La carta o el menú son la tarjeta de visita de un establecimiento hostelero. Como sabrá, la primera impresión del cliente determinará su elección. Por lo tanto, es esencial contar con un menú que cumpla con la normativa y que, además, satisfaga tanto el gusto de sus comensales como la identidad de su negocio. En respuesta a esta demanda surge lo que hoy es casi una profesión en sí misma, la ingeniería de menús, que busca atraer la atención de los clientes a través de la estructuración y el orden de los platos, el diseño de página y los elementos gráficos incluidos.
Y usted, ¿está siguiendo los parámetros adecuados para conseguir un menú perfecto? Aquí tiene algunos consejos que pueden serle útiles para la creación de su carta o menú.
Formato y longitud: la regla de los tres minutos
La sencillez es la clave: según la regla de los tres minutos, la atención de un cliente no va más allá de este tiempo, por lo que en una carta demasiado larga será más difícil que un plato llame la atención. En este corto paréntesis el cliente decidirá qué comer, así que el objetivo es acompañar sus decisiones.
Generalmente, una carta de dos páginas, estructurada en secciones de máximo 7 platos, permitirá que todos ellos brillen por igual.
Platos y descripciones: sencillas pero específicas
La carta o el menú perfectos han de llamar la atención sin aspavientos.
Se recomienda el uso de un estilo simple y de fondos claros para los elementos gráficos, evitando estilos excéntricos que dificulten su legibilidad.
En esta misma línea, es importante comunicar a los clientes el contenido de sus platos, ya sea indicando los ingredientes que los componen, añadiendo información sobre su origen o marcando aquellos que sean orgánicos o de kilómetro cero. Toda esta información facilitará al consumidor su elección, pudiendo excluir según qué platos si sufre alergias o intolerancias alimentarias.
Es recomendable también elaborar una lista separada que incluya bebidas, vinos y cafés para facilitar su elección sobre la base de la opción de comida seleccionada.
Composición, colores y espacios en blanco
Con el fin incentivar la elección final del cliente, dirigiendo su atención hacia ciertos platos, existen reglas como la inclusión de los mismos en la parte superior de la página.
Otra posibilidad es utilizar espacios amplios entre platos, separándolos dentro del menú para hacerlos más visibles. Los colores no deben ser subestimados, pero ojo, porque si se usan en exceso pueden hacer que el menú pierda seriedad.
Estrategias de lectura: el triángulo dorado
De forma inconsciente, la lectura de un menú comienza mirando la parte central de la página, dirigiendo después la mirada hacia arriba a la derecha y, por último, hacia la esquina opuesta. Por ello, se recomienda situar los platos más populares en estas áreas.
En el caso de una carta encuadernada, tipo libro, el cliente tenderá a inspeccionar en primer lugar los platos presentados en la parte superior derecha de la segunda página. Si, por el contrario, el menú cuenta con una sola hoja, el plato situado en la parte central será el inmediatamente visible.
Imágenes: en portada o como fondo
Las imágenes se pueden añadir en la portada o insertar como fondo, procurando que no se confundan con los platos y sus descripciones. La disposición correcta de cartas y menñus se estructura con el logo del establecimiento hostelero, la relación de platos y sus correspondientes descripciones y, ¡muy importante!, alérgenos. Además, por qué no añadir un toque personal dando detalles sobre la historia del local, o adjuntar a los platos una foto con la que turistas de cualquier parte del mundo puedan hacerse a la idea de qué especialidades están a punto de degustar.
Las traducciones no deben hacerse literalmente, sino que deben adaptarse al idioma en el que está escrito el menú (piense, por ejemplo, que la traducción literal del tradicional postre “Tocino de cielo” al inglés sería... ¡Sky bacon!
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